sábado, 16 de noviembre de 2013

Maldito bastardo (Parte 1)




Eran las tres de la madrugada de un lunes, posiblemente el peor lunes que jamás pasaría en su vida. Tom llevaba diecinueve horas despierto y el sueño apretaba, pero no podía dormir por varios motivos: Uno de ellos era que estaba de pie. Otro motivo era que tenía las manos clavadas a una pared por unas puntas metálicas con un grosor del tamaño del puño de un bebé, y estaba atado con los pies juntos. Pero el motivo más importante para él era que no estaba solo.