martes, 15 de mayo de 2018

Cielo verde

          El cielo se partió y, ante sus ojos, pasó un rayo de luz que le hizo desviar la mirada hacia las nubes. Él, atónito, detuvo sus pasos y reprimió sus parpadeos para observar aquel inaudito suceso. Los pensamientos que recorrían su cerebro antes de aquel acontecimiento se desvanecieron para dejar paso a unos que le permitieran asimilar qué estaba ocurriendo.
       
          Tras varios segundos con la vista alzada, su cuello empezó a entumecerse, pero las preguntas que inundaban su cabeza camuflaban el dolor: ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Era el fin del mundo? ¿Había venido Dios a castigar a la humanidad por sus pecados? ¿O Se trataba de una invasión extraterrestre? Tras esa última pregunta sacudió ligeramente la cabeza en negación, ya que era obvio que eso no podía ser, pues todo el mundo sabe que los extraterrestres siempre empiezan sus invasiones en Estados Unidos.
       
          Cuando volvió a mirar hacia arriba se dio cuenta de que aquella brecha en el cielo no eran más que dos nubes que se habían separado y que la luz que emitía era, obviamente, la del sol. Aunque se sentía muy avergonzado por haberse asustado tanto por la separación de dos nubes, le consolaba que estaba seguro de que nadie lo sabía. Por supuesto, él desconocía que yo sí lo sabía, ya que estuve todo el rato observándole desde mi ventana con unos prismáticos en una mano y un porro en la otra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario